Castillos medievales, construcciones del neolítico, arte romano, recuerdos árabes y naturaleza en estado puro es lo que nos ofreció Extremadura en algunos de los lugares que visitamos. 

Trujillo (el primer destino en nuestra escapada). Lleno de historia y rindiendo homenaje a los que cruzaron el charco con ansias de conquistar y descubrir lo que nadie antes había visto. De esta ciudad son Francisco Pizarro, conquistador de Perú y Francisco de Orellana, descubridor del río Amazonas.  

Impresionante el tamaño de su plaza mayor, con una inmensa escultura ecuestre de Pizarro, nos indica la importancia de esta ciudad y nos da paso a todas las calles y callejuelas que nos llevarán, entre palacios e iglesias hasta el castillo. 

Comimos en la Plaza Mayor, preguntando a dos oriundos , para no equivocarnos, cuál sería el mejor sitio para degustar los platos de la zona. La respuesta no fue aclaratoria, "en todos, en todos se come bien". Así que elegimos al azar y comimos unas tapas de lo que allí parecía típico, migas, moraga, y alguna tapa más, propia de cualquier lugar, refrescandolo con una cerveza bien fría y vino de la zona. Contenta con el ambiente de tanta gente disfrutando de un vermú, un poco de jaleo en las terrazas de los bares y miradas indiscretas entre los vecinos del lugar... Comenzábamos nuestra escapada a Extremadura. Y sobre todo con un sol, que más tarde nos dejaría paso a un paseo solitario por el casco antiguo de la ciudad, pues el calor apretaba. Y qué ganas que tenía de calor. 

Puedes visitar Trujillo en una mañana o en una tarde y seguir el camino por Extremadura, nosotros después de visitar Trujillo nos dirigimos a Mérida, ciudad que me dejó absolutamente impresionada. Pero esto os lo cuento otro día.